Son
alimentos todo lo que nutre nuestras vidas, independientemente de lo que es
alimentado, el nutriente, el alimento está en la energía, en la vida contenida
en todo lo que existe o es inexistente
Los
alimentos de nuestra vida son pensamientos, sensaciones, sentimientos,
experiencias, comida, bebida, respirar, etc. Donde lo verdaderamente importante
es cómo lo asimilamos (la forma en que se integran en nuestro ser), y el uso
que hacemos de la energía aportada por ellos.
Cada
parte de nuestro ser debe de alimentarse con aquello que es adecuado para ella.
La mente se alimenta de sensaciones producidas por nuestras vivencias y produce
pensamientos; las sensaciones se alimentan de las vivencias y pensamientos y
produce emociones; el cuerpo se alimenta de alimentos sólidos, líquidos, aire,
pensamientos, emociones, sensaciones y nos permite vivir la vida consciente del
mundo físico.
Los
alimentos nos permiten recuperar las energías consumidas o usadas por cada
parte de nuestro ser, para poder seguir viviendo y actuando en cada uno de los
diferentes niveles de la vida.
Tradicional o comúnmente relacionamos
alimento con lo que nutre el cuerpo físico, lo que nos lleva a dedicar gran
parte de nuestras vidas a buscar, conseguir y conocer los alimentos que en
nuestra opinión son más adecuados para él. Tratando de entender cómo y qué es
lo mejor de ellos para el cuerpo.
Este
enfoque hace que al pensar también que somos lo que comemos, tengamos la idea
equivocada de que usando los alimentos, de un tipo u otro podamos cambiar
nuestras vidas, nuestra salud.
Los
alimentos que elegimos, la forma de consumirlos, masticarlos, digerirlos y
asimilarlos determinarán en gran medida cómo y en qué utilizaremos la energía
aprovechada de ellos a través de nuestra personalidad. El estómago que mejor
digerirá los alimentos de todas las partes de nuestro ser, es la actitud con la
que nos alimentamos.
Los alimentos en los que más fácilmente
podemos intervenir para cambiar nuestra personalidad, son los del mundo físico.
En él los alimentos sólidos se relacionan con las pautas mentales, los líquidos
con las emocionales y el aire (la respiración) con la actitud.
Modificando
nuestra manera de alimentarnos, podemos influir y cambiar nuestra personalidad
y actitud en un nivel profundo que influirá en nuestra relación con las
vivencias diarias.
Aparte
de alimentarnos adecuadamente, el masticar hasta saber y conocer lo mejor
posible, qué es lo que vamos a tragarnos, nos ayudará a vivir con más
consciencia y saber mejor cuando decir sí y cuando decir no.
Una
mezcla adecuada para nuestra personalidad de líquidos y sólidos, nos ayudará a
que nuestra vida se manifieste de manera más equilibrada en la relación
mente-emociones y sobre todo para estar satisfechos de nosotros mismos.
El
expulsar cuanto antes aquello que nos sobra, nos ayudará a que nuestra vida no
se envenene.
Es
la forma y actitud al alimentarnos lo que mayormente influirá en lo que hacemos
y de cómo y para qué utilizamos las energías obtenidas de los alimentos, lo que
hará correcta nuestra dieta, determinando lo que esto aportará a nuestra vida.
Siendo su influencia incluso mayor que el tipo de alimento, su calidad, su
procedencia, etc. para nuestras vidas y felicidad.
Alimento como decimos al principio es
“todo lo que nutre”; bien sea al espíritu, el alma, la mente, psiquis,
emociones o al cuerpo físico.
Todos
podemos observar, especialmente en la alimentación física, que la mayor parte
de lo que ingerimos es expulsado para evitar el envenenamiento del cuerpo. Esta
circunstancia debería enseñarnos que estamos lejos de ser lo que comemos, yo lo
diría de otra manera más exacta y objetiva, “somos lo que asimilamos”. De todo
lo que nos nutre en cualquier nivel, solo una pequeña parte al ser asimilada se
integra en nosotros, lo que hace que nos transformemos en lo que éramos más (+)
lo asimilado. El resto de los nutrientes, independientemente de lo bien que lo
hallamos aprendido, disfrutado, sufrido o digerido, tienen que ser expulsados
si no queremos envenenar nuestras vidas.
Estas
son, dos maneras de entender los alimentos, la nutrición:
Comida è Cuerpo
físico è Lo que comemos
Nutrición è Todo nuestro
ser è Lo que
asimilamos
Según
veamos y vivamos con un concepto u otro, la forma de entender y la actitud en
la vida son muy diferentes.
Es
por tanto difícil (aun siendo importante) que nuestra vida sea o esté
condicionada solamente por comer productos frescos y de buena calidad, una
relación de proteínas, vitaminas y carbohidratos adecuada, o bien seleccionando
por nuestra ideología la procedencia de los alimentos. La realidad es que los
resultados no concuerdan con nuestras expectativas. Nos esforzamos, incluso nos
sacrificamos por llevar una dieta alimenticia correcta, hacemos ejercicio y el
resultado es que seguimos insatisfechos y no somos felices en nuestra vida.
Muchos
pensadores, filósofos y personas corrientes decimos con frecuencia que las
cosas verdaderamente importantes de la vida no pueden comprarse. El amor, la
felicidad, la salud no entienden de dinero, después quizás arrepentidos de
nuestra osadía, añadimos que el dinero ayuda a conseguirlo.
En
los alimentos nos pasa algo parecido, damos la máxima importancia a la comida,
en la cual tratamos de esmerarnos en su elección, preparación y siendo algo más
descuidados en la forma de ingerirlos (no masticando bien y a veces estando más
atentos a otras circunstancias que al comer). Beber es algo secundario y
respirar algo automático.
Si
dejásemos de nutrir al cuerpo, esto es, dejásemos de respirar, beber y comer, lo
primero que necesitaríamos para seguir viviendo sería respirar, lo segundo
beber y por último comer.
De
los tres alimentos: de respirar podemos prescindir apenas unos minutos, algo
que es gratuito; beber (agua) es barato y podemos vivir sin ella unos diez días
y la comida podemos estar alrededor de 30 o 40 días sin ella y es el alimento
más caro.
Una
vez bien alimentado el cuerpo debe de expulsar todo aquello que no ha sido
asimilado para evitar morir por envenenamiento.
Nos
relaja, gusta y creemos que lo importante es encontrar algo o alguien que
arregle nuestros males y problemas. Buscamos en la religión, política, poder,
medicina, riqueza, yoga, cursos de temas y actividades que prometen cambiar
nuestras vidas, etc. la solución de nuestras vicisitudes.
Olvidamos
que la mayor parte de las ocasiones por no decir siempre, la solución está
cerca del problema, que la vida siempre los mantiene juntos. La negación, el no
aceptar que somos en cada instante el fruto de nuestra vida, hace que nos sea
difícil y problemático verlo, pero no nos impide sentirlo a lo largo de
nuestras: enfermedades, dolencias y demás circunstancias en las cuales vemos,
percibimos y sentimos nuestros errores.
Esto
debería mostrarnos el camino de la aceptación, la confianza en nosotros y la
seguridad de que somos la solución a los problemas que hemos creado. Este
camino siempre va bordeado en ambos lados, por el amor: a nosotros y a la vida.
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