Hay temas difíciles de tratar, pues se
sitúan entre el corazón y la razón, con respuestas diferentes, con análisis
razonados y desde el corazón, que la mayoría de las veces habría que
reconciliar para poder expresarlos. No es una exposición o algo que yo piense,
pues no podría ponerlo en práctica por chocarse con muchos conceptos contrarios
a las soluciones simples, pero es una reflexión que me hago, ante la gran marea
de exiliados buscando refugio, acosados por la miseria, el sufrimiento y el
riesgo de perder la vida. No es una reflexión sencilla o de lo que oímos a
diario sino algo que va más allá de la situación actual.
A lo largo
de la historia, vemos grandes migraciones producidas por invasiones,
catástrofes, tiranos, dictadores, terroristas, abusadores, que seguidos por una
parte del pueblo, movido por: ambiciones o miedos, ignorancia o
adoctrinamiento, son los verdaderos artífices del exilio de la otra parte del
pueblo, para mayor gloria de la inhumanidad y las mentes enfermas de poder.
En las
muchas novelas del oeste que he leído, la historia es con mucha frecuencia la
de un grupo pequeño y ambicioso, carente de humanidad y compuesto por gentuza,
que dominan, roban, expulsan y consiguen cuanto quieren del miedo del pueblo,
de la mayoría, de los que no sienten el valor de defender sus derechos, sus
propiedades, su vida, su familia, prefiriendo obedecer o huir, ante la falta de
escrúpulos o humanidad de ese pequeño grupo.
Pero
podemos verlo, en la historia de los pueblos, avasallados por unos pocos en la
mayoría de las ocasiones, en las que la partición del pueblo es imprescindible.
Cómo si no, grandes pueblos han sido dominados por otros más pequeños y con
menos posibilidades bélicas.
Cómo es
posible que, en tantos países, dictadores y abusadores con poder, puedan
dominar no solamente la vida diaria del pueblo, sino también sus almas. Mafias,
grupos paramilitares, políticos sin dignidad, cárteles, terroristas, pueden
destruir la dignidad y la vida de todo un pueblo que solamente desea vivir en
paz, dignidad y justicia.
Pero esa
tan traída y llevada dualidad, hace que poder vivir así no sea fácil y cómodo,
es una vida que hay que ganarse, con esfuerzo, porque la dignidad, la justicia
y con ellas la paz, no puede residir en el pueblo como concepto, es algo que
todos los ciudadanos tienen que lograr en sí mismos, para que el pueblo las
manifieste en su convivencia.
Hay gentes huyendo de numerosos países,
buscando asilo y refugio en los que han logrado un tipo de convivencia con
derechos para el pueblo. Estas personas que nunca han podido pedirlos en sus
propios países, exigen desde antes de llegar, los mismos derechos que los
residentes, algo que desde la mirada del corazón, de la humanidad, es lo más
normal, pues los derechos, la justicia y la paz no pertenecen a las naciones,
sino al amor y la humanidad.
La mayoría
arriesgan su vida, desubican a sus hijos cambiándoles las costumbres, la lengua
y los sistemas sociales, colocándolos en una situación en la que tienen que
evolucionar de golpe, cambiar sus valores, sus referencias de convivencia, su
forma de percibir a la sociedad, el entorno y a veces a su familia, sintiéndose
perdidos y añorando sus orígenes si no lo consiguen.
Hay veces,
que es difícil diferenciar a los emigrantes de los ciudadanos aborígenes, pero
otras, es algo que tendrán siempre que superar, no solamente ellos, sino los
ciudadanos que les acogen, pues las diferencias no solamente físicas sino las
costumbres y tradiciones, son difíciles de olvidar cuando no queremos perder
nuestro origen, pero que a veces chocan incluso con las leyes.
La
reflexión es: ¿Cómo es posible, que todo un pueblo pueda ser expulsado por una
minoría?, ¿Por qué, personas que arriesgan sus vidas por conseguir ser
admitidos en otras partes, no lo hacen por vivir en paz y libertad en sus
sitios de origen?, ¿Siendo millones, por qué son expulsados por minorías?, ¿Por
qué son traicionados por parte del pueblo, que aún teniendo diferentes
creencias, no son capaces de aceptar las del resto del pueblo?, ¿Por qué piden
lejos de sus casas lo que no han sido capaces de defender en ellas?.
A veces, es el sino
de los pueblos que huyendo de una inhumanizada minoría formada muchas veces por
gentuza, tengan que vagar eternamente buscando su hogar. La paz, la justicia,
la humanidad, la convivencia y vivir en el corazón, es una cuestión de esfuerzo
personal, no podemos encontrarla, ni exigirla fuera, porque no podemos
conseguirla invadiendo el corazón de los demás.
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