No pretendo molestaros

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Yui Shin

lunes, 30 de octubre de 2017

¿ÉXODO O DEFENSA?

          Hay temas difíciles de tratar, pues se sitúan entre el corazón y la razón, con respuestas diferentes, con análisis razonados y desde el corazón, que la mayoría de las veces habría que reconciliar para poder expresarlos. No es una exposición o algo que yo piense, pues no podría ponerlo en práctica por chocarse con muchos conceptos contrarios a las soluciones simples, pero es una reflexión que me hago, ante la gran marea de exiliados buscando refugio, acosados por la miseria, el sufrimiento y el riesgo de perder la vida. No es una reflexión sencilla o de lo que oímos a diario sino algo que va más allá de la situación actual.
          A lo largo de la historia, vemos grandes migraciones producidas por invasiones, catástrofes, tiranos, dictadores, terroristas, abusadores, que seguidos por una parte del pueblo, movido por: ambiciones o miedos, ignorancia o adoctrinamiento, son los verdaderos artífices del exilio de la otra parte del pueblo, para mayor gloria de la inhumanidad y las mentes enfermas de poder.
          En las muchas novelas del oeste que he leído, la historia es con mucha frecuencia la de un grupo pequeño y ambicioso, carente de humanidad y compuesto por gentuza, que dominan, roban, expulsan y consiguen cuanto quieren del miedo del pueblo, de la mayoría, de los que no sienten el valor de defender sus derechos, sus propiedades, su vida, su familia, prefiriendo obedecer o huir, ante la falta de escrúpulos o humanidad de ese pequeño grupo.
          Pero podemos verlo, en la historia de los pueblos, avasallados por unos pocos en la mayoría de las ocasiones, en las que la partición del pueblo es imprescindible. Cómo si no, grandes pueblos han sido dominados por otros más pequeños y con menos posibilidades bélicas.
          Cómo es posible que, en tantos países, dictadores y abusadores con poder, puedan dominar no solamente la vida diaria del pueblo, sino también sus almas. Mafias, grupos paramilitares, políticos sin dignidad, cárteles, terroristas, pueden destruir la dignidad y la vida de todo un pueblo que solamente desea vivir en paz, dignidad y justicia.
          Pero esa tan traída y llevada dualidad, hace que poder vivir así no sea fácil y cómodo, es una vida que hay que ganarse, con esfuerzo, porque la dignidad, la justicia y con ellas la paz, no puede residir en el pueblo como concepto, es algo que todos los ciudadanos tienen que lograr en sí mismos, para que el pueblo las manifieste en su convivencia.          Hay gentes huyendo de numerosos países, buscando asilo y refugio en los que han logrado un tipo de convivencia con derechos para el pueblo. Estas personas que nunca han podido pedirlos en sus propios países, exigen desde antes de llegar, los mismos derechos que los residentes, algo que desde la mirada del corazón, de la humanidad, es lo más normal, pues los derechos, la justicia y la paz no pertenecen a las naciones, sino al amor y la humanidad.
          La mayoría arriesgan su vida, desubican a sus hijos cambiándoles las costumbres, la lengua y los sistemas sociales, colocándolos en una situación en la que tienen que evolucionar de golpe, cambiar sus valores, sus referencias de convivencia, su forma de percibir a la sociedad, el entorno y a veces a su familia, sintiéndose perdidos y añorando sus orígenes si no lo consiguen.
          Hay veces, que es difícil diferenciar a los emigrantes de los ciudadanos aborígenes, pero otras, es algo que tendrán siempre que superar, no solamente ellos, sino los ciudadanos que les acogen, pues las diferencias no solamente físicas sino las costumbres y tradiciones, son difíciles de olvidar cuando no queremos perder nuestro origen, pero que a veces chocan incluso con las leyes.
          La reflexión es: ¿Cómo es posible, que todo un pueblo pueda ser expulsado por una minoría?, ¿Por qué, personas que arriesgan sus vidas por conseguir ser admitidos en otras partes, no lo hacen por vivir en paz y libertad en sus sitios de origen?, ¿Siendo millones, por qué son expulsados por minorías?, ¿Por qué son traicionados por parte del pueblo, que aún teniendo diferentes creencias, no son capaces de aceptar las del resto del pueblo?, ¿Por qué piden lejos de sus casas lo que no han sido capaces de defender en ellas?.
          Al abandonar Granada, dicen que la madre de Boabdil el Chico, le dijo: “Llora como una mujer, lo que no supiste defender como hombre”.
          A veces, es el sino de los pueblos que huyendo de una inhumanizada minoría formada muchas veces por gentuza, tengan que vagar eternamente buscando su hogar. La paz, la justicia, la humanidad, la convivencia y vivir en el corazón, es una cuestión de esfuerzo personal, no podemos encontrarla, ni exigirla fuera, porque no podemos conseguirla invadiendo el corazón de los demás.


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