No pretendo molestaros

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Yui Shin

sábado, 16 de diciembre de 2017

LA DISCRIMINACIÓN

          En el Sutra Lankavatara, el primer capítulo nos habla de “La Discriminación”, de esta manera:
“El Bendito, conociendo las inquietudes y agitaciones mentales que se encontraban en las mentes de aquellos reunidos en la asamblea (como la superficie del océano revuelta en olas por el viento pasajero), y con su gran corazón motivado por la compasión, sonrió y dijo: En los días de los antiguos Tathagatas del pasado, que eran Arhats y completamente iluminados, estos llegaron al Castillo de Lanka en el Monte Malaya y argumentaron acerca de la Verdad de la Sabiduría Noble, aquella que está más allá del conocimiento razonado de los filósofos, como también más allá del entendimiento de los discípulos y maestros ordinarios, y que sólo es entendida dentro de la Consciencia Interna. Por el bien de ustedes, yo también hablaré sobre esta misma Verdad. Todo eso que es visto en el mundo está desprovisto de esfuerzo y acción porque todas las cosas en el mundo son como un sueño, o como una imagen milagrosamente proyectada. Esto no es comprendido por los filósofos y por el ignorante, sino por aquellos que así ven las cosas y las ven en su verdadera realidad. Aquellos que ven las cosas de otra manera caminan en la discriminación y, como dependen de ella, se aferran al dualismo. El mundo visto a través de la discriminación es como ver la imagen propia de uno reflejada en un espejo, o la sombra de uno, o la luna reflejada en el agua, o un eco oído en un valle. Las personas que se agarran a sus propias sombras de discriminación se llegan a apegar a lo uno y a lo otro, fracasando en abandonar el dualismo, ellos continúan para siempre discriminando y así nunca obtienen la tranquilidad. Por tranquilidad queremos decir Unidad, y la Unidad hace nacer el Samādhi Superior, que es logrado entrando en el dominio de la Noble Sabiduría, que es comprendida solamente dentro de nuestra Consciencia Profunda”.
       Como otras veces en budismo, nos habla Buda de tiempos pasados, de los Budas y Seres Superiores que existían en esos tiempos. Nos dice, que incluso en la Iluminación en la que vivían aquellos Budas y Arhats, todavía percibían lo suficiente para poder argumentar, tratando de conocer más profundamente la Verdad Profunda, la Sabíduría Noble, que solamente al ser trascendida, nos lleva no a existir como Buda, sino a Ser.
       Es la Seidad lo que hace imposible el Tiempo y el Espacio, la percepción, el conocimiento de algo, antiguo y actual, incluso el poder Ser Buda, porque esto solamente es posible cuando existe una Sangha que pueda vivir el Dharma.
       No hay donde ir, ni un lugar desde donde volver, ni mente que pueda inquietarse, nada que discriminar, ni Iluminación, ni nadie que pueda Iluminarse, no hay Verdad, ni Consciencia Interna o Externa.
       No hay Realidad, ni sueño, ni Irrealidad, no hay Unidad, ni dualidad.
       Por eso nuestra percepción dual, nuestro vivir en la dualidad, solamente podemos movernos en la discriminación, en la búsqueda de una realidad fuera de Aquí y Ahora, lugar donde existe el Buda y los Arhats, pero que, por ser Buda, por ser Arhats, todavía existen en la dualidad indiferenciada, que solamente por la existencia de los filósofos, de los sabios, del hombre, hace que puedan existir.
       Es por ello, por lo que cuando Shakyamuni nos habla de la Tranquilidad Suprema, de ese sentimiento de Unidad, de un Samadhi Superior, que es logrado al morar en la Sabiduría Noble, todavía hay percepción y conocimiento de existencia o de Ser en la Consciencia Profunda, discriminando todavía la existencia, por dualidad de su opuesta la No-Profunda.
       La trascendencia de la Tranquilidad Suprema, es Ser Tranquilidad. Trascender la Iluminación es Ser Iluminación. Meditar de Verdad solamente se realiza, Siendo Meditación. Trascender a Buda, es Siendo Buda.
       Pero trascender todo ello, es solamente Siendo la propia: Seidad, que no puede tener algo que sea, ni tan siquiera el Vacío. Porque es la propia Naturaleza de Ser, Seidad.


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