Hubo un momento en el que encontramos
la necesidad de tener el poder de Dios, encontrando como amigo al Mal. A partir
de ese momento, siempre hemos encontrado que debemos enfrentarnos a nuestros
enemigos para ser poderosos.
Los encontramos en el homo sapiens, en
el neandertal, en el cromañón, pues para cada uno, los otros eran sus enemigos.
Vino como enemigo tras muchos siglos: Los romanos, los normandos, los vikingos,
y todos aquellos que querían lo nuestro o nosotros queríamos lo suyo.
Pasado el tiempo no necesitamos
encontrar enemigos, el poder nos dice cuál es, nos lo enseña y permite y nos
anima a que luchemos con él.
Los indios americanos, los aborígenes
de Australia, los negros africanos, los gitanos, los judíos, los pobres, los
ricos, los de derechas, los de izquierdas, las religiones, los ateos. Siempre
hay un enemigo que nos impide la paz y la felicidad, con el que debemos
combatir para que no nos la quite.
Todavía
no hemos comprendido que, si buscamos la felicidad y la paz, es porque no la tenemos
y obviamente, nadie nos la puede dar, ni tampoco quitarnos lo que no hemos
encontrado.
El
poder, nos dice que tenemos un enemigo al que debemos destruir,
desgraciadamente tras combatir y asesinar cuanto encontramos, descubrimos que
lo que buscamos no está allí, sólo hemos dado más poder al poder. La lucha y la
decepción, nos han traído a la falta de autoestima, la desconfianza, la insatisfacción
con nosotros mismos y obviamente con los demás.
Nos
dijeron tantas veces que encontraríamos la felicidad cuando hiciésemos y consiguiésemos
lo que nos decían, tras milenios haciendo lo que nos decían, luchamos por la industrialización,
que nos trajo bienestar junto con la contaminación, la deforestación, la
destrucción de la naturaleza y la aceleración del cambio climático.
Luchamos
por la democracia, consiguiendo que perdiésemos aquello que nunca tuvimos: La
humanidad, al perder el respeto por los demás, conseguimos que fuésemos
obligados mediante leyes a comportarnos como personas, si no queríamos ser
castigados.
Los
políticos, al ver que en el pasado, el pueblo siempre ha sido controlado por
medio del miedo y la ignorancia, la renuncia de la Dignidad al ser abusado y
violado, simplemente cambiaron las formas y las palabras, siguiendo el ejemplo
recibido.
La
renuncia del pueblo a su Dignidad, sólo ha servido para que cualquier:
funcionario, miembro de la seguridad, político, trabajador, empresario o
simplemente ciudadano que surge del pueblo, siga ejerciendo sus funciones sin
Dignidad.
Nuestros
enemigos, siguen siendo los de izquierdas o los de derechas, los de centro o
extremistas, negros o blancos, creyentes o ateos, ricos o pobres, trabajadores
o empresarios, poder o pueblo, no hemos encontrado que la felicidad sólo crece
en el amor, que la paz sólo es posible en la Dignidad, que el progreso no está
en el conocimiento sino en la Sabiduría.
Como
dicen los orientales: Romper un bambú o rama fina es fácil, pero es imposible
romper un haz de ellos mismos.
Ahora
dicen que la IA nos llevará a la felicidad, pero no es la herramienta la que
construye y satisface las necesidades, sino el uso correcto de cuanto la Vida
nos da o pone a nuestro servicio. Nuestra Libertad no es hacer lo que deseamos,
sino para hacer lo correcto con lo que la Vida nos ofrece, que sólo puede ser
el resultado de nuestro vivir.
La
felicidad y la paz, no se consigue al recibirlas, sino cuando podemos darlas. La
felicidad y la paz, no se consiguen al buscarlas, sino cuando no podemos
percibirlas.