LA VERDAD

           Algunas personas, se han extrañado cuando les he dicho que sólo hay una Verdad que es la mía y que nunca me equivoco.

          A veces, han sido pacientes que venían apesadumbrados con sus dudas, otras, personas que argumentando conmigo, trataban de convencerme con lo que dicen los libros o alguien a quien han leído.

          Pero no recuerdo desde cuándo, he descubierto que yo soy mi Verdad, que no hay otra Verdad que la que yo descubra ser.

          Porque, ser honesto y aceptar lo que somos, descubrirá la Verdad que somos y la manifestará en todas direcciones como el Universo que somos.

          Pero hay que manifestar lo que somos, no lo que creemos ser, no lo que queremos o deseamos mostrar, no lo que los demás quieren o desean que seamos, sino esa Cara Original de la que habla Huineng. Porque esa es nuestra Verdad, como: Individuos, como personas, como familia, como Humanidad o como Universo, manifestando la Vida y el Dios que somos.

          Siendo la Verdad Infinita, mostrando caras diferentes, situaciones, condiciones y manifestándose en lo positivo y en lo negativo, incluso en la Verdad de la mentira.

          Es la aceptación de lo que somos, como individualidad y como Todo, lo que sembrará la semilla de la Dignidad, que protegerá y defenderá la Verdad y sinceridad de nuestra manifestación.

          Es lo que nos llevará a que cuanto manifestemos será la Verdad, nuestra Verdad, porque expresaremos con sinceridad lo que somos: al percibir, al vivir, al relacionarnos, a nosotros mismos y a cuanto convive con nosotros.

          Porque cuando nos equivocamos, seguirá siendo nuestra Verdad que debemos defender, para que los demás nos muestren nuestra equivocación y que podamos cambiar o corregir el camino que seguíamos.

          Porque quien nos dice la Verdad, equivocada o no, es quien nos permite conocer la nuestra, sus aciertos y equivocaciones. Quien enriquece nuestra Verdad, quien nos ayuda a despertar al respeto y aceptación de todas las Verdades ajenas, quien permite que seamos nuestra Verdad, en lugar de sus portadores.

          No hay una Verdad del Conocimiento, que sólo puede percibir una parte. No hay una Verdad que pueda pronunciarse o percibirse. Siendo todo ello Verdad, no puede haber más que una: Ser lo que somos.