Es curioso que nunca he encontrado a
alguien que no lo fuese. Algunos incluso, piensan que en estar seguros de que
no creen en nada, les excluye de serlo, por creer que están seguros de algo.
Bautizado, asistiendo regularmente a
misa, con clases de religión católica, primera comunión, Acción Católica y el
aprendizaje del catolicismo como única religión verdadera, pasó mi infancia y juventud.
Leí vida de santos, pasajes de la
Biblia y acerca de la vida de Jesús y sus apóstoles.
Es lo que había, lo que hacíamos una
mayoría de niños, aprendiendo de las creencias nacionales y de nuestros padres.
Mis preguntas acerca de los porqués,
comenzaron siendo niño de unos 11 o 12 años, a profesores, curas y mis padres. La
mayoría de las explicaciones venían de amigos mayores y gente mayor que en
general se reía de la religión y sus mentiras.
Afortunadamente o desgraciadamente me
hice mayor con el paso de los años, tratando de hacerme adulto antes que viejo.
Por lo que no recuerdo cuándo comenzó el momento en el que me hice responsable,
del entendimiento de lo que me habían explicado y leído.
Como escribí hace años, la seguridad de
mi entendimiento comenzó en una isla de las Whitsunday, en la Gran Barrera de
Coral, frente a Brisban en Australia. Apenas 400 0 500 metros cuadrados de
tierra rodeados de océano sin que se divisase más tierra alrededor.
Leyendo el Nuevo Testamento en inglés,
que había cogido creyendo que era un diccionario de inglés. Una confusión que
me permitió tener algo que leer en la soledad de estar conmigo en medio del océano
durante una semana aproximadamente.
Recordé, que Dios fue encontrado,
mirando lo que nos rodeaba. Que aprendimos a verlo en cuanto nos ayudaba a
vivir o bien en lo que nos asustaba o impresionaba: “Viento, tormentas, ríos,
bosques, campos, siega, amor, guerra”, incluso temíamos tanto sus aspectos
negativos, que creamos su personalidad negativa que le dimos el nombre de: “Demonios,
espíritus malignos, ira de Dios”.
Encontramos a Dios en las familias, en
la tribu, y familiarmente le dimos un nombre personal, como a cualquiera de
nuestros hijos. Pues nuestras vidas dependían de nuestros padres, de nuestros
hijos, de la tribu, pero las vidas de todos dependían de la lluvia, del sol, de
los cataclismos, de los bosques, de que hubiese animales y frutas que comer. Pero
en la oscuridad, dependíamos de la Luna y las estrellas para encontrar el
camino de regreso a casa.
Comprendimos que la Vida que manifestábamos,
era dependiente y formaba un Todo con cuanto nos rodeaba. Que no había una Vida
que pudiésemos separar de nuestro vivir, de nuestra subsistencia en las
condiciones y diferentes manifestaciones de Vida que nos rodeaban y compartían
el espacio con nosotros.
Pero los filósofos buscaron las
explicaciones y el enseñarnos lo que significaba esta interrelación, que
alguien miles de años después, definió como: “Así es arriba como abajo”, “No
hay diferencias entre lo divino y lo humano, entre el espíritu y la materia”,
porque a pesar de que expresan y manifiestan en su aspecto y su vivir algo
aparentemente diferente, es la misma Vida, que es Única.
A este Todo se le llamó Dios, porque
fue el nombre que se eligió, sin otro significado o connotación de que serviría
para saber que hablábamos de todo, que recordábamos que todo cuanto formábamos
el Universo, estábamos incluidos en Él, en su Nombre, ese nombre que habíamos elegido
para nuestra Hermandad.
Hermandad que incluía: sólidos,
líquidos, gases, energías, espíritus, deshechos putrefactos, floraciones,
frutos, vida y muerte.
No hay religión que no sea verdadera. No
hay algo que no sea Dios. Pero no encontraremos un Dios que pueda ser como
deseamos, como le definimos, como alguien nos dice, porque la Única Cara de
Dios, es la que nosotros manifestamos, la que nosotros creamos y la que
nosotros mostramos como individualidad.
Soy Creyente, incluso en mis dudas.
Soy Creyente a pesar de no tener Dios. Soy Creyente, porque a pesar de todo,
creo en Ser y que Todo es lo que yo veo, lo que yo creo con cuanto me rodea,
porque eso es la manifestación de lo que soy, mi Ser.