Hay que
ser agradecidos por todo aquello que recibimos.
Incluso deberíamos
agradecer, aquello que rechazamos tratando de no recibirlo, porque no deseamos
tenerle que agradecer a quien nos lo ofrece.
Porque la
gratitud, no debe de nacer en el hecho de recibir o no recibir. La gratitud
debe de nacer en el propio hecho de poder recibir o negarnos a ser agasajados.
Porque agradecer
el ser objeto de ofrecimiento, de aquello que deseamos, necesitamos o nos gusta,
debería perder el nombre de gratitud, quizás nos convierta en personas
agradecidas, a quien nos da lo que necesitamos o deseamos.