Cuando escribo, siempre trato de
acordarme de lo del Yin y el Yang, que me llevan a preguntarme: ¿Es mejor
caminar con la pierna izquierda o con la derecha?, ¿Es mejor hacer las cosas
con la mano hábil o con la otra?, incluso cuando veo la Vida o cualquier cosa,
me pregunto: ¿Es mejor verla con un ojo o con ambos?
En muchos escritos a lo largo de estos
años, he dicho que en realidad no existe algo llamado Yin o algo llamado Yang,
si no es por oposición en una misma individualidad. Que estas mitades opuestas
son Infinitas y que realmente todo es Yin y Yang, según cómo lo veamos.
En varios escritos al menos, digo que
el mal está en crearlo, siendo indistinguible si este es originado desde el mal
o desde el bien.
El origen de ambos, siempre está sin
calificar, es neutro, al igual que una mitad si no es comparada con la otra.
Cualquier circunstancia de nuestras vidas, ni es positiva ni negativa, nosotros
comenzamos a calificarla desde nuestro entendimiento, y cómo la vemos, pues es
en lo que hacemos con esa circunstancia, lo que determinará si se convierte en
positiva o negativa, sólo en ese ahora, en ese espacio de actividad.
Porque en cada acción en la que
intervenga lo que hemos creado, será determinada su polaridad por lo que
resulta de la siguiente acción.
En sí mismo, todo es negativo y positivo,
todos tenemos una mitad pesimista y otra optimista. Pero es en nuestro cada
ahora, cuando determinamos si nuestro vivir es positivo o negativo.
El error no está en lo que vemos, sino
en cerrar los ojos y verlo como deseamos vivir. Cuando hay algo positivo, el
cuidado está en conservar ese positivismo, no para nosotros o la circunstancia
de ese momento que observamos, sino lo que es positivo para los demás, para el
Universo, para la Humanidad.
El mismo cuidado que debemos tener,
cuando observamos lo negativo, el cuidado, está en convertirlo en positivo, no
sólo para nosotros sino para ese Todo, del que somos una parte infinitesimal.
Debemos cuidar, el percibir la
realidad de las cosas en cada ahora, entender las palabras dentro de un
contexto en el que se mueve la Vida, porque finalmente lo que la Vida
manifestará es simplemente lo que nosotros estamos creando.
El castigo, no es bueno ni malo,
dependerá no del deseo del castigador, sino de lo que aprende la víctima. Pero el
mal está creado, cuando hay una víctima, porque hay un abusador o violador
creándolo.
Pero el bien y el mal, no está en
ninguno de ellos, sino en la intencionalidad como actuamos, cuando deseamos
hacer daño, no importa lo que la otra persona aprende, sino nuestro deseo. Poseer
lo que no nos corresponde, es bueno para nosotros, pero es creación del mal. Es
la existencia de ambos, lo que determina los extremos de nuestra Libertad: Somos
seres humanos, o hemos perdido el alma humana, eso determina en qué mitad
estamos existiendo.