Creemos que nos hablan de Dios o de
Buda, o quizás de los dioses y los Maestros Ascendidos.
A veces, el mayor problema para
aprender, es entender lo que nos dicen, aceptar lo que nos dicen al pie de la
letra.
Nos cuentan situaciones, experiencias
que ellos vivieron, con las personas que compartieron su pan, de sus amores (de
todos ellos), y de sus errores, de sus limitaciones, unos a pesar de estar con
el Hijo de Dios, con el Maestro Supremo, otros por estar demasiado cerca del
cuerpo humano de Buda.
Incluso en el cuerpo humano, Jesús
sabía que Pedro le negaría, que Judas le traicionaría y vendería. El uno fue la
cabeza, la piedra donde se asentó la Iglesia, el otro secó la higuera, secando
su vida al apretar la unión del cuerpo con la cabeza, impidiendo la unión de la
acción y la mente.
Cuando lo leemos vemos el profundo
Amor de Jesús por sus discípulos, su capacidad de perdonarlos y olvidar sus
errores.
Pero, cuántas veces hemos negado
nosotros al Dios que vive en nosotros, hemos negado ser los Hijos de Dios, al
no manifestar nuestra manifestación como humanos.
Vemos las guerras, los odios, los
abusos, las violaciones, y pensamos que es porque hay gente mala y equivocada.
No somos capaces de ver que somos
Pedro, Judas, negando al Hijo de Dios, al Maestro, a la Vida, traicionando y
vendiendo por el plato de lentejas de Jacob lo que Somos y deberíamos manifestar.
Y es que los Maestros hablaban para sí
mismos, para saber y recordarse lo que no debían hacer.
Nosotros aprendimos las palabras, las
pronunciamos a menudo, pero porque son dichas en los libros, no a nosotros
mismos, que somos los Maestro de la Vida, el Hijo que hace y crea al Dios
Padre.
Hemos leído tantas veces lo que somos,
que lo podemos recitar, que lo podemos explicar, pero no podemos manifestarlo.
Cada vez que olvidamos nuestra
Humanidad, al Dios que vive en nosotros, nuestra Naturaleza de Buda, negamos,
traicionamos y crucificamos a lo que Somos, nuestro Ser, nuestra Naturaleza de
Dios, de Buda, de Vida.
Mirando el Universo que hemos creado
en nosotros, en nuestra sociedad, en la Tierra, es nuestra Biblia personal, la
que escribimos y creamos nosotros como nuestra Religión.