Pensaba
titularlo “El Odio de los Borregos”, pero no son borregos que odien por alguna
razón propia, sino que son borregos criados para odiar. Es por lo que al final
el título es, que hay una enseñanza, una educación, un adoctrinamiento que
trata de crear borregos odiadores. Quizás la enseñanza es a lo que hay que
amar, pero el aprendizaje y la meta es, que odien a lo que se les dice que
odien.
Si miramos
algunas enseñanzas antiguas, como las frases de los indios americanos o de
tribus perdidas en la ignorancia, o simplemente el Padre Nuestro, el que
rezamos y el que rezaban los arameos, podemos ver la diferencia en los fines de
la enseñanza.
El respeto
por cuanto permitía nuestra existencia, consistía en respetar todo,
protegiéndonos pero no rechazando lo malo y sembrar, cuidar y proteger el bien
para todo. El respeto por la naturaleza, por la familia, por los alimentos, por
los demás, por lo material y lo espiritual, son las constantes de las frases con
las que se enseñaba a los niños. El respeto por la Vida, permitirá que vivas
feliz la tuya.
Se enseñaba
la responsabilidad para con la naturaleza, para con los alimentos, para con los
demás y para con nosotros, porque es lo que permitiría que viviésemos en la
confianza y la libertad.
Hoy nos
dicen y enseñan nuestros derechos, lo que tenemos que amar, que es la limitación
de los derechos de cuanto nos rodea y el odio para aquello que no nos dicen que
amemos.
Amamos a
cuanto nos da beneficio o satisfacción, a todo lo que nos permite tener lo que
deseamos, a todo cuanto nos rinde pleitesía, engorda nuestro ego y se postra ante
nosotros.
Amamos a
aquello que hemos destruido, que hemos llevado a la pobreza, que con nuestra
irresponsabilidad o inhibición hemos creado o permitido crear. Es lo que nos
hace sentirnos bien, tenemos para dar a los pobres que creamos, podemos y tenemos
para arreglar lo que destruimos, por lo que nos sentimos poderosos y orgullosos
de lo que podemos hacer.
Enseñamos a
creer en unos dioses, que podían castigarnos y que nos amarían si somos
obedientes y les servimos. Por amor a ellos, hicimos sacrificios de unas vidas,
vegetales y animales, que pareciéndonos poco decidimos sacrificar a los
derrotados, a los que odiábamos o no se plegaban a nuestros deseos e
imposiciones, por conseguir aquello que deseábamos o creíamos necesitar. Dudando
de que los dioses de amor, pudiesen ayudarnos si nos amábamos.
Siendo que
los antiguos enseñaban el que Todo es Uno, unimos a los dioses, para que el
resultante fuese más poderoso y combatir al dios de los enemigos. Olvidando que
Dios siempre y desde antiguo y a pesar de los escritos, se entendía como Amor.
En España,
ya tuvimos la enseñanza de destruir la Iglesia y a las derechas, que nos llevó
a una guerra entre hermanos. Hemos vivido, que cuando se enseña a amar lo que
se nos dice, odiando lo que nos mandan, el borreguismo del odio, se transforma
en terrorismo y asesinos, que tratando de dar el poder a sus pastores,
destruyen su humanidad y a sus hermanos.
Estos días,
tras años de adoctrinamiento, los borregos y los corderos, salieron a destruir
a todo lo que no acepte su libertad, sus ordenes y respeten lo que es impuesto
por sus pastores.
Porque invadir
lo ajeno, destruir lo que es de todos, apedrear, insultar, agredir y poner en
riesgo la vida de los policías que cobran para aguantarse, es todo de acuerdo a
las leyes de sus pastores y a la libertad de los borregos y corderos, que no
tienen responsabilidades, puesto que sólo hacen lo que les han enseñado. Todos sabemos
las dificultades de un borrego para aprender, por lo que hay que aceptar el que
nos nieguen nuestra libertad, nacida de ser responsables y vivir con las reglas
que nos hemos dado.
Siendo que
no lo comparto, me parece que no es igualdad, que si las izquierdas apedrean,
insultan, golpean y ponen en peligro las vidas de los policías, que ya cobran
para ser tratados así. Si la ultraderecha, sale y trata igual a los
independentistas que están abusando de quien no obedece a sus pastores, ¿por
qué?, se les encuentra y detiene inmediatamente, siendo que nos resignamos a
que lo hagan los borregos de las izquierdas.
¿No sería
más igualdad, que se enfrentasen un mismo número de churras y merinas,
ofreciendo distracción al resto de ciudadanos en un estadio, consiguiendo con
el dinero de las entradas pagar mejores pensiones?.