Pasado un tiempo, nos separamos y
fuimos dos, y me dieron un nombre para diferenciarme de mis hermanos, de mi
padre y del resto de lo que convivía con nosotros.
Obviamente si yo viviese solo, no
necesitaría un nombre y si fuese todo cuanto existe, ni tan siquiera sabría que
existo o quién o qué soy, pues no tendría que diferenciarme, con o de nada.
Nosotros creemos en un Absoluto, al
que damos nombre, para diferenciarlo de lo que no lo es. Filosóficamente le
llamamos Uno o el Ser, que obviamente no tiene principio ni un final, por lo
que consideramos que es Eterno.
Yo como digo, era uno con mi madre,
pero no habría podido nacer sin un padre. Obviamente en esos momentos, una vez
creado me era innecesario, pero tuvo que fecundar una semilla de mi madre para
que yo naciese.
Hemos creado a un Uno y un Dios, que
son Padre y Madre en uno, que además no habiendo nada externo, o algo con lo
que crear el Universo, sólo pudo hacerlo de Sí mismo o mentalmente, algo que
sería imposible, pues la energía mental, probablemente fuese innecesaria y por
tanto no hubiese nacido todavía.
Ser algo, implica que sólo podemos
conocernos o percibirnos por comparación con otras individualidades o de unas
partes por otras.
Ha sido y será el misterio de ese Uno,
que siendo Absoluto recibió un nombre: Uno. Algo innecesario y probablemente
que nunca pudo suceder. En toda mi vida, casi nunca he necesitado llamarme por
mi nombre, para saber con quién estoy hablando.
Siendo todo, no tendría deseos, ni tan
siquiera habría algo que pudiese hacerme sentir que me falta algo. Ser Todo,
implica que difícilmente tendríamos una situación que nos exigiese pensar, o
que algo o alguien, nos interpelase o hiciese cuestionarnos algo.
Pero estamos aquí, y nuestras dudas
son las que han creado un cerebro pensante, una mente que necesita un
alojamiento donde existir, que es mayor que el cerebro y no es propiedad
nuestra, sino de todas nuestras individualidades.
Un Todo, en el que no existiese nada
más, que fuese Absoluto, no necesitaría el tiempo, la Impermanencia, luz u
oscuridad, ni tendría que crear la Dualidad, pues no tendría que saber que
tiene dos mitades, Él siempre sería Nada, Vacío, a pesar de llenarlo, pues no
se percibiría a Sí mismo. Sólo podría Ser, sin poder saber o conocer qué.
Podría ser el Universo que contemplamos,
los Infinitos Universos que existiesen, y sin embargo, no sabría que existe el
Universo, las Constelaciones o cualquiera de sus individualidades o partes,
simplemente por Ser Todo.
Parece que es algo que podría poner en
duda a ese Dios, que siendo Todo, siendo Absoluto, como lo hemos definido
nosotros, nos permita existir en este caos que hemos creado, por olvidar que
ser todo, es ser uno con cuanto nos rodea, es simplemente amar a cuanto nos
permite existir y saber que existimos.
Hemos creado un Dios de receta de
cocina, que no puede alimentarnos, que no puede hacernos sentir satisfechos y
felices, que nos lleva al hambre, la insatisfacción, al deseo y la ambición,
porque no permitimos que viva, no en receta, sino como alimento nuestro y de la
Humanidad.