El número siete es un número mágico
desde antiguo: los siete colores, los siete rayos, los siete elohines, y los
siete niveles de manifestación en la filosofía de lo séptuple.
El Ser dividido en siete, se contempla
como manifestaciones estancas y relacionadas, para poder definirlo y estudiarlo
en la dualidad de la mente.
Mirado como Uno, unidad, diversidad o
individualidades de un todo o separadas, cada una de estas manifestaciones.
Lo que algo Es, se considera realidad
o el estado de vigilia o estar despiertos. Lo que es percibido, es el sueño, lo
irreal. Pero ambos estados necesitan al yo que duerma o despierte, que piense
que está unido o separado de lo que contempla o percibe.
Pero la Realidad de cada plano, de
cada Universo, es propia en esa manifestación. La percepción es la apropiada y
adecuada a ese Universo. Los cuerpos y formas de manifestación son las que
pueden existir en ese Universo.
El cuerpo físico, es el apropiado para
nuestro Universo de Mara, es la parte o nivel medio, lo que llamamos materia,
estando por encima el alma, el cuerpo etéreo, el astral y aún por encima en
cuerpos, el cuerpo mental.
Usamos emociones, pensamientos y el
cuerpo animal, para desarrollar el cuerpo físico, elevar sus vibraciones y que
pueda acceder a la realidad de otros niveles de manifestación o consciencia.
En el Universo emocional, las
emociones son el cuerpo físico, en el mental, son los pensamientos el nivel
físico de manifestación, siendo en cada Universo su adjetivación lo que señala
el nivel físico.
El nivel físico o manifestación propia
de un Universo concreto, depende de ensoñaciones para acceder a otros
Universos, en los que su frecuencia no puede manifestarse directamente, por
estar por debajo del nivel superior y por encima en el nivel inferior.
Pero son los otros cuerpos por encima
y por debajo en la manifestación física, los que nos conectan con los mundos
inferiores y superiores. Lo que me hace pensar, que no es realmente el sueño el
estado en el que se consigue unir o hacer accesibles esos Universos, sino la
capacidad de realizar una o varias de las potencialidades que nos recuerdan el:
“Así es arriba como abajo”.
En el mundo mental, no existen los
pensamientos como nosotros los percibimos, porque al representar el nivel
físico, el pensamiento se materializa o expresa físicamente. Creando algo
concreto que cambia según se piensa, lo que hace probable que alguien que lo
vea desde otro nivel, parezca una explosión de: Luz, color y no sé si sonido.
Lo que sí hay es Universos donde la
realidad es percibida como: Color, como sonido, como luz, emociones,
pensamientos o incluso silencio, algo que está escrito en algunos de los Sutras
budistas y si no me equivoco en libros hindúes.
La búsqueda de armonía y equilibrio, posiblemente
encuentre caminos parecidos, en los que lo que se encuentra y la forma de
caminarlos, es diferente. En nuestro mundo tratamos de encontrar armonía y
equilibrio por el apaciguamiento de la mente, por medio de la meditación. En el
Universo Mental, probablemente la meditación encuentre la meta en las
emociones, que originan la actividad mental y la que apacigua sus tormentas.
El hecho de que no podamos ir a un
lugar inexistente, nos debe recordar, que si existe el Universo del Nirvana y
podemos ir a Él, en este Universo consideramos, que es el transmutarnos en el
Todo, u origen.
Lo que nos devuelve al misterio: ¿Cómo
se disgregó este Universo en siete separados?, o lo que es lo mismo el
nacimiento de la dualidad, que nos lleva a considerar que soñamos lo que somos
y el Universo donde vivimos y existimos, porque la Realidad está en el séptimo
Universo y la encontraremos al llegar a Él.
Pero en todos estos Universos, lo
único que es necesario en el sueño o para despertar, es el yo, que nos lleva a
poder ver la realidad en lo que percibimos y es reconocible, analizable o
comparable por la mente en alguno de sus niveles. Pero la mente de un yo, que
es quien computa la información y llega a conclusiones que le dicen lo que algo
es.
En el Universo Nirvánico, no hay
dualidad, cada individualidad contiene ambos aspectos positivo y negativo. El Amor,
contiene al odio y la Indiferencia, al carecer de yo. El Bien contiene y es en
sí mismo el mal, por carecer de yo y dónde manifestar lo negativo.
Es el positivo el que une, armoniza y
equilibra. Lo negativo, separa, confronta y desequilibra.
Porque lo negativo cuando se
manifiesta en sí mismo, cuando se acepta, hace que la duplicación negativa lo
transmute en positivo. Es por ello que en lo Absoluto Todo se debería manifestar
como aspecto positivo no existiendo lo negativo como tal, más allá de la
dualidad, con su discriminación y necesidad de apoyo en los opuestos.