A mí me parecía una salvajada, los
pobres cachorros lanzados a un foso y cada vez que estaban a punto de salir,
los empujaba otra vez al fondo. Pensaba la suerte de no ser un león, que mi
madre no sólo estaba pendiente de que no me cayese, sino que se arrojaría ella
para sacarme.
Al final cuando crees que se repiten
los sinsentidos, dejas incluso de oír las palabras y te dedicas a aprovechar
para comerte las galletas y beberte el té. Aprovechando que los demás, sobre
todo los nuevos, están escuchando la historia de la leona salvaje y sin
sentimientos.
Lamentablemente, dejé de mirarme en el
espejo y de creer que soy el más guapo, los años han pasado, ya no necesito ni
pensarlo para hacer las cosas despacio y tratar de escuchar para no cansarme o
ponerme gordo, comiendo mientras permanezco sentado e indolente.
Incluso cuando veo la televisión,
escucho las noticias o cosas que pasan, me acuerdo de los pobres cachorros,
arrojados al foso y sin que les dejen salir.
Al final se dedicaron a jugar en el fondo
del foso y distraerse felices. Sólo uno, siguió tratando de salir, cuando
estaba a punto de morir en el intento, la madre le cogió amorosa en sus brazos,
y supo que había nacido el rey león. Que verdaderamente su descendencia era un
león y no gatitos.
Y es que la Vida, nos recuerda en cada
instante de que no basta con usar un nombre, tienes que manifestarte y aceptar
la responsabilidad de lo que eres.
Pasamos nuestras vidas jugando en el
fondo del foso, jugando a llorar y quejarnos, de que los demás nos han arrojado
a esta sociedad, que son los poderes los que nos impiden ser humanos, porque ni
nos enseñan a serlo, ni nos lo ponen fácil.
Que son los gobiernos quienes nos impiden salir de la guerra, los demás de la honradez, la necesidad de que abusemos y
violemos las vidas de los demás, siempre hay algo para permanecer
inconscientemente en el fondo del foso, donde culpamos a la Madre Vida o al
Padre Dios, o incluso al ladino prójimo, de habernos arrojado.
Y es que tener a una leona por madre,
no garantiza que seamos leones, es algo que es nuestra responsabilidad
manifestar y vivir.
Y es que mi Maestro, estaba tan
horrorizado como yo, de que una madre tuviese esa actitud con sus hijos, por
eso nos mimaba y daba de todo, para que aprendiésemos el budismo de Shakyamuni,
aunque no entendiéramos sus palabras, pero que no se nos ocurriese, aprender el
que Él enseñaba.
Y es que no se es león por nacimiento,
sino por serlo, siéndolo.