Podría
parecer pretensioso, contaros que la primera vez que he argumentado acerca de
ella, tenía 4 años.
Vino mi
padre desde Madrid a vernos al pueblo, trajo unos pasteles y había una persona
más que pasteles. La decisión: “mi hermano pequeño y yo, tendríamos la mitad solamente”.
Le dije
que yo quería uno, que si no lo había me quedaría sin él, que se le diera
entero a mi hermano como a los demás. Un guantazo y castigado
En el
colegio me castigaron por decirle al profesor que algo era injusto o indigno,
con menos de 14 años.
En clases
de religión o en Acción Católica, los profesores, curas o monitores no querían
hablar conmigo cuando me acercaba, porque había puesto en tela de juicio la “Justicia Divina”, al argumentar acerca del Pecado Original, la Expulsión
de Adán y Eva del Paraíso, o la que consideraba aún más que injusta,
malintencionada y falta de dignidad: “El Crearlos en el
Paraíso”.