Hay veces,
que tratamos de huir de todo lo que vemos equivocado en la vida, nuestros
ideales y percepción de la sociedad, nos impulsa a buscar en la actitud opuesta
el lugar donde cultivar la virtud y la felicidad.
Hay un filósofo
griego, Diógenes de Sinope, que siendo hijo de un banquero, al ser desterrado a
Atenas y oír las enseñanzas de un filósofo, siguió sus enseñanzas hasta el máximo,
llegando a vivir en un tonel, rodeado de perros con los que comía; tratando de
eliminar todo lo superfluo, en la seguridad que cuanto más se tiene, más difícil
es encontrar la felicidad, debido a las necesidades que nos creamos y los
miedos a perder lo que tenemos, así como no alcanzar nunca los límites de la
ambición.