En el Sutra Lankavatara, el primer capítulo nos habla de “La Discriminación”, de esta manera:
“El Bendito, conociendo las inquietudes y agitaciones mentales que
se encontraban en las mentes de aquellos reunidos en la asamblea (como la
superficie del océano revuelta en olas por el viento pasajero), y con su gran
corazón motivado por la compasión, sonrió y dijo: En los días de los antiguos
Tathagatas del pasado, que eran Arhats y completamente iluminados, estos
llegaron al Castillo de Lanka en el Monte Malaya y argumentaron acerca de la
Verdad de la Sabiduría Noble, aquella que está más allá del conocimiento
razonado de los filósofos, como también más allá del entendimiento de los
discípulos y maestros ordinarios, y que sólo es entendida dentro de la Consciencia
Interna. Por el bien de ustedes, yo también hablaré sobre esta misma
Verdad. Todo eso que es visto en el mundo está desprovisto de esfuerzo y acción
porque todas las cosas en el mundo son como un sueño, o como una imagen
milagrosamente proyectada. Esto no es comprendido por los filósofos y por el
ignorante, sino por aquellos que así ven las cosas y las ven en su verdadera
realidad. Aquellos que ven las cosas de otra manera caminan en la
discriminación y, como dependen de ella, se aferran al dualismo. El mundo visto
a través de la discriminación es como ver la imagen propia de uno reflejada en
un espejo, o la sombra de uno, o la luna reflejada en el agua, o un eco oído en
un valle. Las personas que se agarran a sus propias sombras de discriminación
se llegan a apegar a lo uno y a lo otro, fracasando en abandonar el dualismo,
ellos continúan para siempre discriminando y así nunca obtienen la
tranquilidad. Por tranquilidad queremos decir Unidad, y la Unidad hace nacer el
Samādhi Superior, que es logrado entrando en el dominio de la Noble Sabiduría,
que es comprendida solamente dentro de nuestra Consciencia Profunda”.